Nadie te explicó que un día ibas a sentir que el mundo se te caía encima sin pedir permiso. Que despertar dolería más que dormir, y que respirar se iba a sentir como un acto de rebeldía.
Te lanzaron a la tormenta sin paraguas, sin mapa, sin abrigo. Y tú, sin saberlo, aprendiste a no ahogarte con la lluvia que cae por dentro.
A tragar lágrimas como si fueran parte del desayuno.
Has caminado sobre cristales con la planta desnuda del alma, y aún así, hay fuego en tus pasos. Tal vez no lo notas...pero sigues en pie mientras se derrumba todo lo que antes te sostenía. Y eso, aunque nadie te lo reconozca, es una forma secreta de eternidad.
Admira tu caos... Porque incluso deshecha, no te abandonas. Has hecho castillos con los escombros del día anterior... sigues y sigues, aunque nadie lo crea ni lo espere... A veces ni tú misma.
No te castigues por no saber cómo sanar,
hay heridas que se cierran mientras caminas,
no mientras lo entiendes.
No te sueltes. No ahora. Que a veces la salida no se encuentra… se construye. Y tú, aún sin planos, ya comenzaste el primer ladrillo.
Confía... En ti, escucha y haz solo aquello que te dé un poco de paz y alivio. Hazte cargo de esa parte tuya que, aunque esté hecha trizas, aún se atreve a amar la vida, aunque no sepas cómo, amar es el camino...
Créditos: Fernando D'Sandi