A veces ves un cuadro y no sabes la profundidad que encierra ¿que movió al pintor a escoger ese tema, esos colores o a expresar tanta dulzura, sinuosidad o decisión con una sola pincelada? A veces la técnica disfraza una realidad que, tratada de otra manera, quizás más clásica o inteligible, despertaría incluso sensibilidad en las piedras... A veces nos tropezamos con diamantes que somos incapaces de reconocer o valorar. (¿O quizás somos nosotros quienes, en algún punto de nuestra existencia, confundimos –o nos enseñan vergonzosamente a confundir- los términos hasta el punto que a la “piedra” la acabamos llamando “diamante” y al “sol” ”tinieblas”?)
Este fue mi pecado... Hasta hace casi dos años, ante “La tempestad” de KoKoschka por ejemplo, sólo veía deformación de formas, tosquedad de técnica o decadencia. Hoy, sin embargo, veo POESÍA... y no me dice menos –aunque con otro lenguaje- que éste poema tan íntimo de Neruda:
"A veces te hundes,
caes en tu agujero de silencio,
en tu abismo de cólera orgullosa,
y apenas puedes
volver, aún con jirones
de lo que hallaste
en la profundidad de tu existencia.
Amor mío, qué encuentras
en tu pozo cerrado?
Algas, ciénagas, rocas?
Qué ves con ojos ciegos,
rencorosa y herida?
Mi vida, no hallarás
en el pozo en que caes
lo que yo guardo para ti en la altura:
un ramo de jazmines con rocío,
un beso más profundo que tu abismo.
No me temas, no caigas
en tu rencor de nuevo.
Sacude la palabra mía que vino a herirte
y déjala que vuele por la ventana abierta.
Ella volverá a herirme
sin que tú la dirijas
puesto que fue cargada con un instante duro
y ese instante será desarmado en mi pecho.
Sonríeme radiosa
si mi boca te hiere.
No soy un pastor dulce
como en los cuentos de hadas,
sino un buen leñador que comparte contigo
tierra, viento y espinas de los montes.
Ámame tú, sonríeme,
ayúdame a ser bueno.
No te hieras en mí, que será inútil,
no me hieras a mi porque te hieres."
Pablo Neruda
El Pozo
Pasa algo parecido con las personas, muchas de ellas pasan sólo como sombras que se cruzan en nuestro camino... Cuando no existe una voluntad de mirar detenidamente en su interior y la llamamos “sombra” o “piedra tosca” cuando en realidad es “sol” o “diamante” no somos culpables de nuestra ceguera. Pero otras veces, con la mayor sutileza, bajo el disfraz de palabras como “libertad”, ”honra” o “honor” se encierra el peor de los egoísmos. Y podemos llegar a hacer verdadero daño a personas con las que hemos compartido mucho o parte de nuestra existencia. No hay nadie mejor que nadie, todos somos víctimas y verdugos de nuestras propias miserias. Hay que tenerlo en cuenta y tener la valentía de rectificar antes de que el tiempo nos pase factura y ya no haya ocasión de dar marcha atrás.
Ni la vista (como sentido que nos puede algún día llevar a apreciar o menospreciar la genialidad del arte) ni el alma (como firma única -pero a la vez heredada- de cada individuo, capaz , a la par –como ya dijo Viktor Frankl en su día- de lo más grandioso y lo más degradante) son tesoros que debería “domesticar” o “dirigir” nuestra sociedad. ¡Y hay que luchar para que así sea!
¡Necesitamos librepensadores! Y cada vez con más URGENCIA.
Cada momento de nuestras vidas puede ser un Gran Carpe, pero es preciso comprender que más que el “cómo” y el “cuándo” (o incluso el “cuánto”) importa el CON QUIEN lo compartes.