Sunday, June 10, 2007

El cuento numero 13



«Cuando escribí la novela sólo tenía en mente un lector: yo misma»


Entró por la vista como ninguno hasta hoy, pero ya antes de clavar mis ojos en la sobrecubierta por vez primera algo debió mover mi voluntad para dar con él, porqué entre cientos y cientos de libros; sólo reparé en su existencia.

Pero... ¿por qué? No se hasta que punto el lector es quien tiene la libertad de escoger los libros que va a leer o es él el elegido por esa fuerza sobrenatural llamada destino.

Sea como sea, todavía hoy –en el torrente que empuja su lectura- me siento sorprendida por la multitud de coincidencias que me atan a él: El cuento numero trece.

La imagen de la sobrecubierta es simple; una pila de libros antiguos que recuerdan el tesoro que se esconde en las grandes bibliotecas de la historia; tomos y tomos de ciencia, arte y literatura... la magia de la escritura... luz de la humanidad.

En cuanto a la trama; esta gira entorno a una famosa -pero a la vez desconocida- novelista ya entrada en años y una bibliotecaria y bibliógrafa amante de los libros.

Mansiones en ruinas, incendios, fantasmas, jardines laberínticos, personajes agónicos, identidades encubiertas, mentiras, y el vínculo casi sobrenatural que se crea entre los gemelos...

Es como si la novelista hubiera destilado una historias que yo misma desaté en mi adolescencia y que nunca llegué a terminar... Les ha dado otra vida, sí, y un nuevo final que aún desconozco; pero hay una esencia que sobrevive y me lleva a cuestionar la vida de los personajes y el proceso creador.

Quizá en las novelas pasa como en el arte, existe en el fondo una estética y unos recursos, casi imperceptibles, que se repiten a pesar de los siglos... y de sus autores, quienes –ilusos y engañados- se creen creadores de vida.

“... Mi estudio está abarrotado de personajes que están esperando a ser escritos. Personas imaginarias, deseosas de una vida, que me tiran de la manga, gritando: “¡Ahora yo! ¡Venga! ¡Me toca a mí!”. Tengo que elegir. Y en cuanto ya he elegido, el resto calla durante diez meses o un año, hasta que llego al final de una historia y el clamor se reanuda.”

Diane Setterfield

El cuento número trece

Quizás el artista/autor no es más que eso; un instrumento que rescata realidades invisibles a otros ojos...

... y el público/lector las coordenadas encargadas de poner orden y sentido a tales realidades. Cuando éste percibe su existencia a través de los sentidos, otorga a ese "no ser" un "ser" imperecedero.

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